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La imagen se viralizaba este lunes en las redes sociales. Alexander Zverev, raqueta en mano, en la Rafa Nadal Academy acompañado de Toni Nadal , que le daba instrucciones. La escena se repitió, también, dos días más tarde. ¿ 'Tío Toni' ya tiene nuevo pupilo? No hay confirmación (ni desmentido) de si ambos van a empezar una colaboración. Pero lo cierto es que el alemán está ejercitándose junto al mentor de Rafa Nadal , con el que mantuvo durante 27 años una relación familiar y profesional. Zverev acabó muy hundido en Wimbledon . No tuvo problemas en reconocerlo en rueda de prensa tras despedirse en primera ronda contra el francés Rinderknech. «Intento encontrar maneras... intento encontrar maneras de salir de este atolladero. De alguna manera, vuelvo a caer en él. En general me siento bastante solo en la vida en este momento , lo que es una sensación no muy agradable», dijo. Por eso, tampoco resultaría tan sorprendente si Zverev decidiese iniciar una etapa junto a Toni, que forjó la mentalidad indestructible de su sobrino . Como si ya estuviesen trabajando juntos, Toni Nadal opinó sin tapujos sobre lo que necesita el germano. Entrevistado por el diario alemán sport.de , Toni Nadal no entró a comentar aspectos puramente tenísticos de Sascha . Porque, a su juicio, «lo tiene todo... cuando cambie» y ese clic que debe dar no es una cuestión de juego, sino mental. «En mi opinión, Zverev tiene un problema de mentalidad», declaró. «El año pasado, por ejemplo, que juega contra Alcaraz en la final de Roland Garros, [Zverev] gana el tercer set . En el inicio del cuarto , un momento en el que tienes que poner mucha atención, en esos primeros juegos, empieza a tener problemas con su equipo, empieza a hablar . Después de 10 minutos, Alcaraz gana 4-0 o 4-1. Eso es lo que no puede ocurrir . Lo aprecio, pero, para mí, tiene que cambiar eso», opina Toni Nadal de forma clara y concisa. Si por algo se ha caracterizado Toni Nadal es por su disciplina, por centrarse en ese trabajo duro, gestión de las emociones... En definitiva, él lo engloba todo bajo la palabra 'mentalidad'. Y da otro ejemplo mucho más reciente y en la retina de todos. «Ganar es una cuestión de mentalidad. En el último Roland Garros, ¿por qué perdió Sinner? En el 0-40 no fue lo suficientemente valiente». Entonces, en esa final en París se medían las dos primeras raquetas del circuito ATP (Sinner y Alcaraz). La tercera, pese a todo, es Alexander Zverev. «No es fácil, pero creo que puede ganar. Es el número 3 del mundo. El número 3 del mundo puede ganar, pero es una cuestión de trabajar duro. Si no trabajas duro no eres lo suficientemente bueno », zanjó Toni Nadal. En Alemania ya ven con buenos ojos esta posible alianza. De momento, no hay nada confirmado.
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El sorteo del cuadro de Wimbledon tenía como principal aliciente ver en qué lado del cuadro quedaba emparejado Novak Djokovic. Prácticamente solo para ver en qué momento, o bien Jannik Sinner, o bien Carlos Alcaraz, tendrían un compromiso de alta exigencia en lo que parecía una final inevitable entre las dos primeras raquetas del circuito ATP . Lo cierto es que el italiano estuvo contra las cuerdas en octavos de final, pero la llamada suerte del campeón le salvó de una situación límite ante Dimitrov, que mandaba por dos sets a cero y no daba signos de debilidad. Hasta que el pectoral le dijo basta y le obligó a retirarse. Desde ahí, Sinner creció . No dio opciones a Shelton en cuartos, arrasó a Djokovic en semis y fue claramente superior a Alcaraz en la final pese a que el marcador (tres sets a uno, todos resueltos por un break) no reflejara una diferencia abrumadora entre el italiano y el español el pasado domingo. El sábado, un día antes de la final, ya se vio a Sinner y Alcaraz juntos en el All England Club. Dos jugadores que se conocen muy bien y que se respetan . Como reflejo de ello, la deportividad que ambos demostraron en Roland Garros con varios puntos concedidos a su rival. En Wimbledon continuó ese fair play entre ambos, por mucho que el desenlace fuera diferente. Alcaraz reconoció la superioridad de Sinner, incluso, durante el partido , y tras el mismo felicitó al italiano en el discurso habitual. En rueda de prensa, el murciano continuó con los elogios, que también se produjeron en sentido contrario. En la clásica ronda de entrevistas a la que se somete el vencedor de Wimbledon el día posterior al triunfo, Jannik Sinner habló en CNBC , entre otros medios de comunicación. En la cadena americana se sinceró sobre la relación que mantiene con Alcaraz fuera de la pista. «Tenemos una gran rivalidad dentro y fuera de la pista, una buena amistad, a veces nos escribimos para comprobar si todo está bien... Creo que es muy agradable que esto suceda», comenta. Sinner valora la importancia que tiene en su mejoría la presencia del tenista de El Palmar. « Cada uno de nosotros necesita que alguien nos exija hasta el límite . Como siempre digo, [Alcaraz] es un jugador que me hace mejor , porque, cuando pierdes contra alguien, te hace seguir trabajando en diferentes cuestiones e intentar cambiar el resultado». En cambio, Sinner evitó cualquier tipo de símil con el 'Big Three'. «Honestamente, no creo que se pueda comparar a nosotros con Rafa, Roger, Novak ni Andy, porque llevamos ahí solo un par de años, ellos se mantuvieron durante quince años . Veremos si podemos lograr lo mismo».
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En la noche londinense, apagados los focos de la pista Central, las despedidas se suceden, también entre periodistas y trabajadores del club. Dos de ellas felicitan a la prensa española por la final de Carlos Alcaraz, aunque no haya ganado. «Es que es muy amable con todos, y sonríe todo el tiempo. Es muy dulce; y te saluda uno a uno, siempre con una sonrisa». Así es Alcaraz incluso para los que apenas tienen trato con él. Cuando las cosas le van bien; y cuando no, como en este domingo 13 de julio de 2025 en el que pierde su primera final de Grand Slam, tras haber hecho pleno en las otras cinco. Admite la derrota con la madurez que ya decía Juan Carlos Ferrero que se le iba notando. Para asumir que se tiene que sufrir en los partidos, manejar las situaciones difíciles y encontrar soluciones cuando con la sonrisa solo no se puede, y también para admitir que el rival es mejor que uno y hay que seguir adelante. Así se comporta este Alcaraz de 22 años tras caer sin remedio contra un Jannik Sinner superior. Ahora, un poco de relax, poco, así que no habrá tiempo de pasar por Ibiza: «Dos días de vacaciones. Y vamos a escuchar al cuerpo, de momento no tengo molestias físicas... pero jugar partidos de este tipo, semana tras semana, cansa mucho. Hay que ver cómo evoluciono y cómo afrontamos la gira americana». Quiere ponerse ya a corregir los errores que hizo en la final, que fueron bastantes. Y que los apuntó. «Nunca he sido de apuntar cosas después de una derrota... pero hoy tengo tan claro lo que tenía que haber hecho mejor, y quizás me lo apunte para entrenarlo. Así es como se forja un gran campeón, no ganando siempre, sino aprendiendo de las derrotas, especialmente en momentos que duelen como una final de Grand Slam. No se puede ganar siempre, hay que aceptar que el otro puede ser mejor, y hay que salir contento con lo que has hecho y pensar en lo que viene». Lo que viene es una gira que empieza ya, alargados los Masters 1.000 a dos semanas en su mayoría, impide más descanso entre torneo y torneo. El día 27 de julio comienza el Masters 1.000 de Canadá, y espera estar listo porque también empieza para él un periodo en el que puede sumar y sumar puntos para alcanzar el trono. Hay más de 3.000 puntos de diferencia, pero apenas defiende Alcaraz unos 60 antes del US Open, que empieza el 24 de agosto y al que aspira el español, conquistado por única vez en 2022. No solo quiere ir a por él por números, sino por tenis y nivel, que le ha dado muchas claves y en esto consiste esta rivalidad que han entendido tan sana de palabra y de gestos y tan expeditiva en cuanto al juego. Uno se busca al otro, como lo hacían Nadal y Federer, Nadal y Djokovic, Djokovic y Federer. Porque incluso el italiano apuntó en su discurso de campeón que hubo cosas que podía haber hecho mejor: «Sigo admirando a Carlos porque incluso en esta final hizo algunas cosas mejor que yo. Así que tengo que tengo que seguir trabajando y prepararme porque sé que va a venir a por mí». Como se han buscado en estas tres primeras finales que han protagonizado: Roma, para Alcaraz; Roland Garros, para Alcaraz; Wimbledon, para Sinner. Y así seguirán porque son los que han entendido cómo funciona este juego. «Hay que aceptar el perder, que el otro jugador puede ser muchísimo mejor que tú, y salir contento y orgulloso de lo que has hecho. Así es como se forja un gran campeón, no ganando siempre, sino aprendiendo de las derrotas, especialmente en momentos que duelen como una final de Grand Slam». Así lo establecieron los tres más grandes de la historia, en constante evolución porque el otro les buscaba las grietas. Nadal mejoró el saque para despistar a Federer, y el resto para no verse superado por Djokovic; Federer rearmó su revés para que el del zurdo no lo aniquilara; el serbio desgastó a los otros dos. «Me desafiaste de formas que nadie más podría haber logrado. Sobre tierra batida, sentía que entraba en tu territorio, y me hiciste trabajar más duro de lo que jamás imaginé simplemente para conservar mi lugar. Hiciste que reimaginara mi juego, incluso hasta el punto de cambiar el tamaño de mi raqueta, buscando cualquier pequeña ventaja», acertó a decir el suizo en la despedida de Nadal.
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Lo exclamaba Carlos Alcaraz en el tercer set: «Está siendo mejor que yo en todo, está siendo mucho mejor que yo desde el fondo, pero así», y abría las manos un metro para señalarle a su palco la diferencia que había entre su juego y el de Jannik Sinner. Un aceptar la realidad para explicar ese 4-6, 6-4, 6-4 y 6-4 con el que el número 1 del mundo conquistaba su primer Wimbledon, su cuarto Grand Slam. Después de haber sorprendido a Taylor Fritz en las semifinales, que dijo que el saque de Alcaraz había sido increíble, muy difícil de restar y aunque se restara, ya estaba el español en disposición de hacer un contrarresto descomunal. Pero en la final, ese golpe estuvo demasiado apagado, en números y sensaciones. Por un motivo muy concreto: «Poco porcentaje de primeros servicios contra uno de los mejores restadores. Lo tenía que haber hecho mejor, pero con los nervios ha sido difícil sacar mejor». Unos nervios que expresó con solo un 53 % de primeros saques metidos en el cuadro, cuando había alcanzado el 65 % de media en todas las rondas anteriores. Si el saque estuvo débil, tampoco Alcaraz se mostró firme al resto. No es fácil ante un sacador como Sinner, que es verdad que contaba con la mitad de 'aces' que el murciano en el torneo y a menos velocidad, pero pone la pelota tan difícil que es posible responderla, pero imposible responderla con buena velocidad o disposición o efectividad para que el italiano no haga un ganador en la siguiente. Y así lo asumió el español: «El segundo servicio es muy importante, pero le he dado muchos puntos gratis con ese golpe. Si tienes la opción de restar, lo tendría que haber hecho mejor y tener una mejor posición para atacar la siguiente bola. No lo he presionado lo suficiente para que se sintiera nervioso en sus servicios». Sinner ganó el 60 % de puntos con ese segundo golpe; Alcaraz, el 51 %. «Al principio sentí que ninguno de los dos estaba sacando bien, pero nos costó devolver el segundo servicio. Después, encontré buen ritmo en el primer servicio, especialmente en el segundo y tercer set. En el cuarto set tuve algunos momentos en los que saqué muy bien y luego tuve dificultades. Pero esto es normal porque si juegas dos, tres o cuatro horas, no puedes jugar siempre de la misma manera. Así que, si me preguntas, la diferencia es muy, muy pequeña. Hoy simplemente me salió bien», indicaba Sinner. Indicaba Fritz que Alcaraz era un jugador más impredecible, que jugaba más con los cortados, las dejadas, las subidas a la red. Y así lo aseguraban los datos hasta la final, con un Alcaraz vintage que apeló a la cinta con mucha soltura y efectividad. «Lo ves que puede estar haciendo voleas todo el tiempo, está supercómodo», expresaba Fritz. Y, sin embargo, en la final, fue Sinner el que se disfrazó de Alcaraz para cortar el ritmo de los puntos con esos acercamientos a la red que también le dieron muchísimo premio. Aun cuando, por defecto, no es un aspecto que Sinner utilice con frecuencia ni sepa usar con tanta maestría como el español. El italiano se acercó 40 veces a la red en la final, de las que 30 cayeron de su lado; un porcentaje mayor que el utilizó el español, 23 acercamientos con 17 puntos para él. El mundo al revés. O, más bien, el tenis en busca de sus resquicios. No podía expresarlo mejor el español: «Está siendo mucho mejor que yo desde el fondo». Y así lo confirmó después: «Sentía que no le estaba haciendo daño desde el fondo y sentía que él estaba mejor, no que era mejor, pero sí que jugaba un tenis más completo. Me he bloqueado mentalmente con un momento de frustración porque no veía huecos. Ha habido momentos en los que no me ha dejado respirar». Así era Sinner, un muro que dirigía, devolvía y acertaba con velocidad, puntería y peligro a las esquinas cuando atacaba y defendía. Sin fallos, sin bajar revoluciones. Ni siquiera ante esas derechas prodigiosas del español que el italiano respondía como si tal cosa, o con la misma fuerza con la que le llegaba o con más, incluso, o con más dirección. Y se encontraba Alcaraz con su misma fuerza en su contra. Un tormento. «Hoy sentí que tuve suerte un par de veces. Sé que acerté algunas líneas. Lo que le salió bien en París me salió bien esta vez», acertaba Sinner en su análisis. Ahí la gran diferencia. Ahí la clave de la final de Roland Garros, la de Wimbledon. Ahí la clave del crecimiento de Jannik Sinner. Del «Es muy difícil expresarlo con palabras, ha sido una derrota muy dolorosa, pero no quiero quedarme con lo negativo, así no se avanza. En deporte, a veces, tienes que vivir días así…», que decía el italiano tras su derrota en París, con unos días de duelo en los que incluyó barbacoas y partidos de tenis de mesa con los amigos, a «Tienes que entender lo que hiciste mal y trabajar en esto. Esto es exactamente lo que hice». Y además del trabajo en pista, una maduración psicológica supersónica desde aquellos tres puntos de partido y ese 5-4 que desaprovechó para ganar en París que no todos podrían haber hecho. Ni siquiera Darren Cahill, el entrenador del italiano, como dijo después de la final: «Yo no lo habría superado. Y eso dice mucho de él. Por eso siempre hablo de su familia, de su educación, de sólida formación y de cómo trata a la gente. Es un buen hombre. No es el mismo que veis en la pista; es un tipo divertido que bromea todo el tiempo y que disfruta de tener a la gente a su alrededor. Cocina y lo estropea todo y nos reímos». En ese periodo de duelo, 24 horas sin hablar de ese partido. A partir de ahí, subrayar lo bueno que hizo, lo orgulloso que debía de sentirse de todo lo que hubo de positivo. Trabajaron para hacerle entender a Sinner cómo podía mejorar y cómo puede ser mejor jugador. «Tenemos repeticiones que hacemos en los entrenamientos que son aburridas de ver, pero las necesitamos porque necesitamos perfeccionar las habilidades para asegurarnos de que cuando tenga un punto de quiebre en el cuarto set y no haya lanzado un segundo revés paralelo, tenga la confianza para hacerlo y romper el servicio, lo cual hizo».
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Es la superficie más complicada de todas, admite el circuito. Se cambia la mecánica, la técnica, la posición, el movimiento. «Es más difícil que el resto porque te hundes, está muy blanda, es complicado moverse porque estás como más pesado. Tienes que jugar mucho más agachado, prácticamente flexionado, porque la bola bota menos. Son ajustes muy difíciles comparados con otras superficies», resume Pato Clavet. Un reto absoluto que también ofrece el juego más artístico, más elástico, más preciso. «Es el tenis más bonito que podemos ver. El movimiento es muy difícil, pero cuando lo consigues es como si volaras», admitía Carlos Alcaraz sobre este verde tan vivo y cambiante, y que logró domar con acierto desde su primera incursión en...
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Hecho el curso, y con sobresaliente, lo que venga a partir de ahora entrará en la casilla de matrícula de honor. No lo es hoy porque se ha perdido la final de Wimbledon, pero saca Carlos Alcaraz la sonrisa porque quiere profundizar en lo que significa jugar otra gran final, que no muchos lo pueden decir, y ganarse otra oportunidad de mejorar para la siguiente parada. Por el momento, se tomará unos días de vacaciones, y volverá con más fuerzas tras la desconexión, que la temporada hasta aquí ha sido muy exigente, como le recuerdan los 24 triunfos consecutivos. En estos seis meses, cinco título (Róterdam, Montecarlo, Roma, Roland Garros y Queen's), y mucha confianza a pesar de la derrota ante Jannik Sinner en la Catedral. Este Sinner intratable que controló el encuentro casi de principio a fin. Hubo errores por parte del murciano que le servirá de acicate para volver a imponer su estilo en las pistas duras que llegan ahora. Y que lo pueden llevar a las alturas de la ATP. En 2024, tras una primera parte excepcional, aparecieron el cansancio y las turbulencias. Una nota negativo el curso pasado que, sin embargo, puede convertir en esplendor en esta. El tenis, dice Alcaraz, puede cambiar muy rápido. Ha perdido 700 puntos al entregar la corona de Wimbledon a Sinner, aferrado al trono de la ATP desde junio del año pasado. Y este ha sumado otros 1.800 por campeonar en la Catedral, después de no pasar de octavos el año pasado. Pero la verdadera carrera empieza ahora. Alcaraz levantó su segundo título en Wimbledon en la edición pasada, con lección maestra ante Novak Djokovic, y se desfondó. Primero físicamente, obligado a jugar individual y dobles con Rafael Nadal en los Juegos Olímpicos, y después en lo mental, porque costó superar el sabor agridulce de una plata que se pensaba de oro. Por eso, hubo resultados alejados de su nivel. Fue una baja en Canadá, y una primera ronda en Cincinnati con un momento de furia impropio: rota la raqueta en tres partes por la rabia de caer ante Monfils, por el cansancio acumulado, por un tenis que no perdona. Le duró el enfado hasta el US Open, resbalón en la segunda ronda ante Botic Van de Zandschulp. En total, sesenta puntos en la mochila. Lo que ayer era un paso en falso, una lección por aprender, se convierte hoy en una oportunidad de llenar el botín sin apenas esforzarse. Y para ir arañando escalones hacia la cima. Porque Sinner, que no tuvo un buen comienzo, sí brilló en la segunda parte de la temporada: cuartos de final en Canadá (200 puntos), campeón en Cincinnati (1.000) y título en el US Open (2.000). Más de 3.000 puntos que son más que los que hoy separan al español y al italiano. Pero aún hay más. Porque Alcaraz se liberó de ese mal otoño en Pekín, y ante Sinner, con el título. Aunque volvió a sufrir el desgaste anímico a partir de ahí, en la gira bajo techo, con unos cuartos en Shanghái, unos octavos en París y fuera de la Copa de Maestros en la primera fase. Huecos que tratará de rellenar en esta edición, pues es uno de los frentes en los que todavía hay margen. Se lo advertía en 2023 Juan Carlos Ferrero, que la temporada iba de enero a noviembre y no se acababa en agosto. Como ya había sufrido en 2022. «El pero de la temporada es que a partir del US Open hemos bajado un poco el nivel y en ese aspecto hay que mejorar. Estar más concentrado y ser profesional todo el tiempo. Esto son situaciones de gente de veinte años. Sabemos que están ahí y hay que ir madurando», reconducía el entrenador. Pero el pupilo aprende rápido, sobre todo si puede atacar la oportunidad de sentarse en el trono de la ATP tras un curso brillante. Fue el número 1 más joven de la historia. Y quiere volver a ser el líder de la clasificación. Tiene verano para ello.
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«Siempre es duro perder, sobre todo una final. He hecho lo que he podido contra un jugador que ha tenido un nivel increíble. Triste por la derrota, pero contento con la temporada. Superpositivo por la gira de hierba», expuso Carlos Alcaraz tras caer en la final de Wimbledon ante Jannik Sinner. Y explicó las claves: «Poco porcentaje de primeros servicios contra uno de los mejores restadores. Lo tenía que haber hecho mejor, pero con los nervios ha sido difícil sacar mejor». «En el último año he pasado por diferentes situaciones de las que he aprendido. Y estoy en una posición para aceptar todo lo que venga: perder una final de Grand Slam, pero contento por haber llegado a otra final. Intentar olvidarla y seguir allí», comentó instalado en esta madurez en la que ha crecido de una manera maravillosa: «Estoy feliz, con una sonrisa, he jugado otra final de Grand Slam», certificó. Y mantuvo la sonrisa para alabar al rival: «Estoy muy feliz por él y por el tenis porque cada vez que nos enfrentamos subimos el nivel. Creo que nadie había visto este nivel entre dos jugadores como hemos hecho nosotros. Va a ser mejor y mejor, y yo también, porque la rivalidad va a seguir así. Me da la oportunidad de dar mi cien por cien en cada entrenamiento y sé que soy mejor gracias a que me empuja él», señaló el murciano, que sabía lo campeón que es Sinner y sabía que había aprendido muchísimo de aquella final de Roland Garros perdida. «Sabía que no iba a hacer los mismos errores. Como ha jugado hoy es increíble, pero no me ha sorprendido en absoluto». Se queda la racha en 24 triunfos consecutivos desde la final del Conde de Godó, y en hierba suma una cuarta derrota, en 39 partidos. No está mal para el murciano, que quiere levantarse de esta y seguir mejorando para lo que llega y para la próxima vez que se enfrente a Sinner. «El segundo servicio es muy importante, pero le he dado muchos puntos gratis con ese golpe. Si tienes la opción de restar, lo tendría que haber hecho mejor y tener una mejor posición para atacar la siguiente bola. No lo he presionado lo suficiente para que se sintiera nervioso en sus servicios. Eso lo tendré que hacer mejor en la próxima vez». También admitió que hubo momentos en los que no sabía qué hacer: «Sentía que no le estaba haciendo daño desde el fondo y sentía que él estaba mejor, no que era mejor, pero sí que jugaba un tenis más completo. Me he bloqueado mentalmente con un momento de frustración porque no veía huecos». Se ha quedado con muchas cosas claras de lo que ha hecho mal que se las apuntará para entrenarlas en cuanto vuelva a la pista. «Es la única forma de mejorar. Hay que aceptar el perder, que el otro jugador puede ser muchísimo mejor que tú, y salir contento y orgulloso de lo que has hecho». Se marcha positivo y hasta disfrutando en un cuarto set en el que se ha soltado y hasta ha conseguido más opciones de rotura que en todo el partido anterior, así que su camino es el adecuado: «Sí, no cambio nada porque se está demostrando que estamos haciendo las cosas bien. Llevamos un temporadón. Una final de Grand Slam es un resultado buenísimo. Hemos perdido, pero también hemos luchado y queríamos ganar. No mucha gente ha jugado una final de Grand Slam. Llevo varios Masters 1.000, dos grandes finales... Tal y como está yendo hubiera firmado desde el inicio del curso». Y para el futuro: una rivalidad de este Big 2 magnífica. «Es el momento de imponer nuestro tenis, crear una gran rivalidad con Jannik, porque me hace mejorar. Ojalá podamos seguir jugando duelos importantes y creando nuestra historia». Ahora, a desconectar unos días de vacaciones, para escuchar al cuerpo y prepararse para el siguiente.
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Jannik Sinner conquista en Wimbledon su primer título grande sobre la hierba y se encarama a la caza de los grandes de la historia con su cuarto Grand Slam, en cinco finales disputadas. Un crecimiento extraordinario que cumple con 23 años y todavía mucho margen de mejora. Después de un 2023 de aprendizaje, el italiano se hizo un portento físico, un sacador de pro y una máquina impertérrita de emociones a pesar de esa mancha por dopaje por clostebol, en marzo de 2024, que lo llevó a cumplir una sanción a la carta y de tres meses a principios de 2025. Pero se ha despejado de todas las criticas con golpes demoledores que lo catapultan hacia la Copa en Wimbledon. Adquiere una cualidad más, pues no había desarrollado todo su potencial en la hierba hasta el momento. No pasó de la fase previa en 2019, ni de la primera ronda del cuadro principal en 2021. Novak Djokovic fue su freno en cuartos de 2022 y en la semifinal de 2023. Y Daniil Medvedev lo apeó en cuartos el año pasado. Pero en 2025, culmina el crecimiento y se ha movido por el verde inglés con soltura y superioridad. Arrolló a Luca Nardi (6-4, 6-3 y 6-0), a Alexander Vukic (6-1, 6-1 y 6-3) y a Pedro Martínez (6-1, 6-3 y 6-1). Sufrió una caída y un susto de los grandes contra Grigor Dimitrov, que le ganaba dos sets a cero cuando el búlgaro se rompió el músculo pectoral y tuvo que abandonar. Pero del susto, a subir el nivel ante Ben Shelton (7-6 (2), 6-4 y 6-4) y contra Djokovic (6-3, 6-3 y 6-4). Hasta culminar la proeza inclinando a Alcaraz en la final. Suma Sinner su cuarto Grand Slam, que lo sitúa en el mismo grupo que Guillermo Vilas, Ken Rosewall y Jim Courier, en cinco finales disputadas. Ganó a Medvedev en la final del Abierto de Australia de 2023, su primer grande, y a Zverev, en la de 2024. Y a finales de ese mismo año apagó a Taylor Fritz en la final del US Open. Solo Alcaraz le ha ganado una final, la de Roland Garros en junio de este 2025. Carlos Alcaraz se mantiene con cinco y Jannik Sinner, con cuatro, se sienta en la mesa con Ken Rosewall, Jim Courier y Guillermo Vilas.
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Jannik Sinner da un estirón de los grandes con este primer título en Wimbledon. Primera final y primer trofeo para casa después de completar quince días de nivel abrumador, alguna duda física, un sofoco mayúsculo y una explosión de júbilo al final. Corta además la racha triunfal de Carlos Alcaraz, que acumulaba 24 triunfos desde la final del Conde de Godó, 20 en este Grand Slam y cinco victorias seguidas en su particular cara a cara. Completa el italiano su puesta a punto en la hierba y suma también un buen puñado de puntos a su botín, para afianzarse en el número 1 porque se hace con los 2.000 puntos (y casi tres millones y medio de euros en premio en metálico) después de haberse quedado en cuartos el año pasado. Así, amplía la distancia con Alcaraz, que pierde 700 puntos con respecto a 2024, y se hace fuerte una semana más, y ya son 57 pues se sentó en el trono de la ATP en junio del curso pasado. No obstante, a partir de este torneo, la lucha por el número 1 se pondrá interesante, toda vez que el español tendrá muchas plazas en las que sumar puntos mientras que Sinner defiende mucho más. El italiano logró los cuartos de final del Masters 1.000 de Canadá y la final en Pekín, y levantó los títulos en Cincinnati, en el US Open y en Shanghái, además de a Copa de Maestros. En total, 6.530 puntos. Mientras, Alcaraz va más ligero de equipaje, con el título del ATP 500 de Pekín, pero opciones de sumar en todo lo demás, pues resbaló en primera ronda en Cincinnati, no pasó de la segunda en el US Open, quedó en cuartos de Shanghái, en octavos en París y se quedó en la ronda previa en las ATP Finals. 1. Jannik Sinner, 12.030 puntos 2. Carlos Alcaraz, 8.600 puntos 3. Alexander Zverev, 6.310 puntos 4. Taylor Fritz, 5.035 puntos 5. Jack Draper, 4.650 puntos 6. Novak Djokovic, 4.130 puntos 7. Lorenzo Musetti, 3.350 puntos 8. Holger Rune, 3.340 puntos 9. Ben Shelton, 3.330 puntos 10. Andrey Rublev, 3.110 puntos
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La proeza de Jannik Sinner no es solo culminar un partido descomunal, de firmeza, contención, equilibrio mental y físico, de un nivel estratosférico de tenis. La proeza de Sinner no es solo que completa un crecimiento magnífico en la hierba. La proeza de SInner es haberse levantado de las cenizas de Roland Garros y emerger a lo grande en Wimbledon, para apagar dudas, aplastar fantasmas e inclinar a un Carlos Alcaraz que llegaba surfeando la nube de la confianza y el éxito. Se devuelven las finales de Grand Slam perdidas y se citan para la mejora en la siguiente ocasión. Así es este Big 2 que se reparte los últimos siete Grand Slams. «Creo que mi crecimiento ha sido emocional....
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